Y se rompen corazones, y se dejan las
cosas a medias, y se debilita la moral de todos los que están
pasando frío en una noche de clima del guion.
Una noche perfecta, en la que,
misteriosamente, todo sale bien.
Pero ya no tiene misterio, ya se sabe
por qué fallan las cosas. Y no se repite la frase. Y no se ríen los
de siempre en un desayuno multitudinario en el Vips, mientras se
observa la mágica escena que se ha resumido en una noche que termina
de día. Con caras cansadas pero corazones llenos de ilusión y de
felicidad por haberlo conseguido, por haberlo hecho realidad.
Y se te escapa una lágrima cuando
vuelves a la realidad después de un sueño eterno, con tus cosas
desperdigadas por la faz de tu tierra y sin cargador del móvil ni
del portátil, pero coges ese sobremesa grandote este que hace ruido y te pones
a escribir, porque te apetece.
Y entonces encuentras una foto, de una
mariposa.
Y así dicho suena a "bahh, he visto demasiadas". Pero esta es mágica. Se ve la luz. Y vuelves a verla tú
mismo. Y sonríes y te pones a escribir.
Porque sabes que mañana puede ser
mejor que ayer y te ilusionas de nuevo.