Para qué nos vamos a engañar, de todos es sabido que uno de los principales atractivos turísticos de la capital holandesa es el hecho de que la marihuana es legal. Y no solo el cannabis, sino que también puedes encontrar de forma totalmente lícita una gran variedad de setas alucinógenas en infinidad de formas, desde las típicas setas de toda la vida hasta cápsulas innovadoras con el contenido sintetizado en su interior.
Puede parecer que la legalización de estas sustancias podría derivar en una sociedad delictiva y problemática, adicta al consumo de drogas blandas, pero nada más lejos de la realidad. Es más, la sociedad holandesa está muy lejos de la nuestra en lo que a civismo y educación respecta. Un claro ejemplo de ello es la cruzada contra el tabaco que, al contrario de lo que ocurre aquí en España, se respeta con riguroso orden (ya volveré más adelante sobre este tema).
El caso es que los coffee shop son una forma más de negocio, una cafetería donde aparte de bebidas tienen una carta de cannabis y hachís donde cada cliente escoge su marihuana preferida y la compra. Incluso venden cigarros ya liados para los más inexpertos. Como contrapartida, estos locales no pueden vender alcohol, aunque pueden servirte cerveza o vino. Como es lógico, la entrada de menores está estrictamente prohibida.
Actualmente existen en Ámsterdam más de 120 de estos locales, y la realidad detrás de la legalización de la marihuana es que el turismo cannábico proporciona a la pequeña ciudad una cantidad enorme de beneficios indirectos. Así, cada turista que viene a Ámsterdam se hospeda, se alimenta y compra regalos para toda la familia, aportando una fuente de ingresos demasiado suculenta como para dejarlos escapar.
Es por ello que, pese a la presión de la Unión Europea sobre Holanda para prohibir todo tipo de drogas, es probable que tengamos Ámsterdam para rato.
Curtis
Ya hablamos...
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