1 de febrero de 2012

¿Qué es la felicidad?


Desde mi punto de vista la felicidad es algo muy difícil de conseguir. Se trata de algo más que un simple estado de ánimo o de una sensación, sino que es un sentimiento, algo difícil de conseguir pero que nos llena por dentro cuando lo hacemos. Pero, ¿cómo se consigue la felicidad? ¿Cuándo llegamos al punto más alto de la felicidad?

Para responder a estas preguntas sólo puedo recordar la frase que hay en la cortina de la ducha de mi casa. Dicha frase cita: “el secreto de la felicidad no está en hacer lo que se quiere, sino en querer lo que se hace” (Leon Tolstoi). No puede ser más acertada la frase, porque se puede estar haciendo lo que se quiere, como por ejemplo mi caso, donde una de mis aficiones es la fotografía, pero puedo no ser feliz mientras fotografío. Puedo, en cambio, recibir satisfacción mientras lo hago, pero no por ello quiere decir que sea feliz, la satisfacción es algo más, es una sensación de placer, de gozo, de plenitud y de estar en paz con uno mismo.


La felicidad es no echar nada de menos, no necesitar más de lo que se tiene, tener la sensación de que todo es perfecto y que cada momento te llena.

Para conseguir ser feliz, como dice la frase, hay que querer lo que se hace. Pero, ¿se puede ser feliz siempre? La vida está llena de momentos de felicidad, o lo que yo llamo “monodosis individuales de felicidad”, que consisten en momentos que te producen una felicidad momentánea extrema, como puede ser el oír una determinada canción, el mantener una conversación con un amigo, el escuchar de un ser querido algo bueno sobre ti (o más que escuchar, darse cuenta de que importas a los que quieres). Estas “monodosis individuales de felicidad” no pueden durar toda la vida, ya que desde mi punto de vista, la felicidad eterna sólo esta disponible para los que estén en paz consigo mismo, es decir, los que no tienen “peleas” con su conciencia.

Obviamente, hay factores externos que pueden influir de manera importante en nuestro objetivo de ser felices. Hay accidentes, agentes genéticos, enfermedades, eventos fuera de nuestra voluntad y que no provocamos. Sin embargo la inteligencia de adaptarnos a nuestras circunstancias y sacarles el mejor provecho todos los días, es la mejor manera de ser felices.

No me refiero a que hay que usar la inteligencia en sentido estricto para encontrar la felicidad, sino que gracias a nuestra capacidad de razonar, podemos llegar a utilizar nuestros pensamientos, nuestros actos razonables para ir encaminados a la felicidad, a conseguir ser felices.

Pero esa dificultad a la hora de conseguir ser felices es a la vez lo bonito de nuestra vida, es nuestro fin, nuestra razón de ser y de vivir. ¿Para qué vivir si no tienes mejor meta que la de ser feliz? Desde que nacemos lo que queremos es ser feliz. Así, el niño pequeño lo que quiere es jugar con sus juguetes, después encuentra la felicidad compartiéndolos, y conforme vamos creciendo empezamos a ser felices con la amistad, buscamos la felicidad en el amor, en el compartir. Intentamos montar una familia y que nuestros hijos salgan adelante, ¿o hay mayor felicidad que la de un padre viendo a su hijo crecer, o mejor, la de un padre viendo a su hijo ser feliz?

Algunos dirán que la felicidad consiste en obtener todo lo que deseamos. Uno desea un coche, lo obtiene y es feliz. Deseamos cosas, el logro, el éxito, llegar a ser virtuosos... y si lo conseguimos somos felices y si no las conseguimos somos desdichados. Así, lo que muchos llaman felicidad es obtener lo que desean.

Buscamos la felicidad por medio de cosas, de pensamientos e ideas, a través de la relación. Por lo tanto, se vuelven sumamente importantes las cosas, la relación y las ideas, no la felicidad. Cuando buscamos la felicidad por medio de algo, ese algo adquiere un valor mayor que la felicidad misma. Buscamos la felicidad en la familia, en la propiedad, en el nombre, entonces, la propiedad, la familia, el nombre adquieren una extrema importancia, ya que la felicidad es buscada a través de un medio; de esa manera, el medio destruye al fin.

Depende de tantos factores el conseguir alcanzar la felicidad que no habría espacio material para determinarlos todos, pero se puede hacer una breve mención de algunos de los más importantes como pueden ser el amor, la fe, el deseo, la solidaridad, la búsqueda de lo bello, de lo bueno.

Se busca la felicidad en la pareja, pero ¿el amor te da toda la felicidad? Por experiencia personal creo que por mucho que quieras a una persona, aun sintiendo mucho amor por ella, si no eres feliz hay que dejarlo ir para encontrar la felicidad en otro sitio. Y es una decisión de esas que te preguntas durante muchísimo tiempo si has hecho lo correcto o no, de esas en las que dudas hasta el punto de no estar en paz contigo mismo, de esas dudas que te impiden, ser completamente feliz.

Pero como bien he dicho, es una experiencia personal. Es evidente cada día que para determinada gente es necesario una pareja, una persona que dedique su vida por y para ti, ese es el fundamento del amor, y, haciendo esto, es como esa persona que dedica su vida a hacerte feliz, consigue la felicidad.

Cierto es que no existe un solo tipo de amor, ya que, a parte de este, existe el amor entre amigos (amistad) o el amor que se profesan un padre y un hijo. El primero es de vital importancia a la hora de conseguir la felicidad, hasta el punto que me atrevo a decir que es uno de los pilares de la vida del ser humano, pilares básicos. Es donde yo más he encontrado la felicidad, compartiendo. Verbo y acción fundamental para la felicidad, es, a mi parecer, el más importante de los requisitos.

Compartir es preocuparse por el prójimo, vivir para él, preocuparse por su felicidad. Si te diriges a conseguir su felicidad, en el fondo, lo que se consigue es ser feliz, se consigue sentirse uno mismo realizado, en paz. No se puede ser feliz sin compartir tus conocimientos, tus sentimientos o tus cosas. No concibo la felicidad sin poder contarle a una persona importante lo que siento por ella, lo que me importa al fin y al cabo. 

Un día un amigo me dijo: “Me has enseñado a ser feliz”. Me quedé impresionado, incluso avergonzado, porque realmente yo no era consciente de que le había enseñado eso. Realmente sólo me preocupé de compartir con él lo que tenía, lo que sentía y lo que era, no le enseñé a ser feliz. Digamos que le mostré como era mi vida y mi punto de vista sobre el cómo vivir, el cómo intentar ser feliz. Otro punto de vista acerca de la vida, más allá de los miles que existen en el mundo. Compartí mi vida con él, con el único fin de que cogiera todo lo que pudiera para ser feliz, y lo consiguió.

Ese fue uno de los acontecimientos en mi vida que me demostraron que si no compartes no puedes ser feliz.

Otro de los factores, desde mi punto de vista, para ser feliz es el deseo. No el deseo material o carnal, sino las metas de lo que quieres ser o hacer en la vida. El ser humano, por naturaleza, no puede tener ninguna meta, es un ser finalista. Busca la finalidad en todo, y la principal es la felicidad. Quitando esta finalidad que es la felicidad, si el ser humano no se propone metas, si no tiene deseos no se puede ser feliz. 

Como dice Eduard Punset: “la felicidad es la antesala de la felicidad”. Así, un perro es feliz cuando ve que le están preparando la comida, es decir, el deseo de comer.

Siempre que deseamos algo por sí mismo, y no en función de otra cosa distinta, deseamos ese algo como un fin y no como un simple medio. El deseo de felicidad es siempre el deseo de satisfacción total y completa, por tanto el deseo de un fin último, que se desea en sí mismo y no por otra cosa.

Por eso la felicidad es el deseo de algo infinito: es la necesidad de/la relación con/la dependencia respecto de una relación última, la de pertenecer al infinito, la de conseguir ser feliz llenándose de deseos de verdad, belleza y bondad.

En cuanto al factor de la fe, pueden ser muchos tipos de fe, ya sea una fe religiosa o la fe en uno mismo o la fe en los demás. La fe que me mueve es la del amor, es el compartir con el prójimo y sentirse bien con uno mismo, recibir una satisfacción personal haciendo sentir bien a los demás, vivir amando. Cuando se vive amando uno tiene la conciencia tranquila, se es feliz. 

Otra pregunta que me hago en relación a la felicidad es si ésta se enseña a conseguir, o simplemente se descubre conforme se va viviendo. Aquí puedo retomar el tema de mi amigo al que “le enseñe a ser feliz”. No creo que se pueda enseñar a ser feliz, se puede enseñar a ser mejor, a ser más sabio, a mejorar como persona, como humano, a tener unos valores mejores. Básicamente se puede enseñar a ser una buena persona, pero no se puede enseñar a ser feliz.

La felicidad es algo que se descubre conforme se vive, se consigue a base de experiencias, de amores, de viajes, de vivencias, de amistades, de todo esto y de su opuesto. Digo lo de su opuesto porque no se puede valorar una cosa si no has conocido la peor de esa cosa. No se puede valorar, por ejemplo, el amor, si no se ha conocido el desamor, al igual que no se puede valorar si un hombre es sabio o no si no se conoce la ignorancia.

Por eso digo que la felicidad se descubre, porque a base de experiencias, momentos y circunstancias que vives vas aprendiendo algo nuevo que te va “enseñando” el camino para ser feliz. De ahí que piense que el descubrir la felicidad lleva intrínseco el enseñar a ser feliz.

Otro factor vital para la felicidad es valorar las cosas, las propias y las de los demás. Es decir, el saber apreciar lo que te da felicidad y el saber valorar lo que no te la da. Uno, para ser feliz, por ejemplo cuando se tiene una conversación, ha de ser capaz de valorar los conocimientos de la otra persona, tiene que valorar el interés que la otra persona con la que hablas está poniendo en la conversación. No se puede valorar nada sin el respeto, aunque no se comparta lo mismo que los demás.


En conclusión, puedo decir que la felicidad es algo mucho más complejo de lo que se puede imaginar a simple vista, pero que sin embargo mediante un poco de investigación y reflexión es posible llegar a las respuestas de las preguntas de qué es la felicidad, y cómo se llega a ella; aunque estas respuestas claramente varían de persona en persona, así como cultura en cultura. Personalmente he llegado a algunas conclusiones sobre qué es la felicidad y cómo se llega a ella, por lo menos mi felicidad. De ahí lo único que falta es poner estas conclusiones en acción, y hacerlas presentes en mi vida diaria, y de esta forma idealmente encontrar la felicidad profunda y duradera que todos buscamos.

Puedo decir que el ser feliz, para mi, es compartir y amar. Ya que la felicidad es la última meta del ser humano, mi camino es compartir y amar, y disfrutar de esas pequeñas “monodosis individuales de felicidad” con la gente que quiero, y con la que no conozco.

Sólo se puede ser feliz haciendo el bien, haciéndose uno mismo mejor persona día a día e intentando que los demás también lo sean. Hay que enseñar y dejarse enseñar por los demás. Disfrutar, comprender y respetar las experiencias de los demás y las propias.

Es así como concibo yo la felicidad: respetando a los demás, sus comentarios y sus enseñanzas; compartiendo lo que se tiene, sea poco o mucho, tanto lo material como lo espiritual; amando a la gente que te rodea, los momentos y los lugares que vives; y, en definitiva, estando en paz con uno mismo, teniendo la conciencia tranquila, sabiendo que durante lo vivido se ha hecho lo que sea ha podido, dando lo máximo que uno puede dar. Y para lo que queda por vivir intentar mejorar día a día con lo que se ha aprendido cuando termina la jornada.


Así pues, clasifico la felicidad en dos tipos, las dos son felicidad espiritual, pero se diferencian en su prolongación en el tiempo.


Nos podemos encontrar con la felicidad efímera, que es esa felicidad que tenemos cada día, disfrutando de los pequeños detalles, pequeños momentos que nos hacen crecer como personas y que nos hacen disfrutar. Este tipo de felicidad se caracteriza por su intensidad, ya que, al darse en pequeñas dosis, son como una inyección de felicidad. Sonreímos, nos alegramos y aprendemos a valorarlo. 

Son estos pequeños momentos y detalles los que, día a día, nos llenan de felicidad, y, como he dicho, hay que aprender a valorarlos todos los días, independientemente del estado de ánimo que tengamos.

El otro tipo de felicidad es la felicidad eterna, sobre la cual yo me pregunto si existe. La respuesta a esta pregunta puede tener múltiples explicaciones y opiniones, según a quien se lo preguntes. Mi respuesta a esta pregunta es que sólo se puede contestar a esta pregunta cuando estás a punto de morir, sabiendo ya si tu vida ha sido feliz o no, sabiendo que vas a morir feliz y esa felicidad te acompañará en la muerte.

Pero puedo también pensar que sí existe la felicidad no eterna, sino la duradera. Es decir, aquella felicidad que siente aquel que esta en paz consigo mismo. Aquel que tiene la conciencia tranquila, sabiendo que ha actuado correctamente, de acuerdo a sus principios e ideas, de acuerdo a su naturaleza en definitiva. Ese es el ser humano que puede tener una felicidad duradera, incluso eterna si no hay nada o nadie que se la arrebate.
La felicidad, básicamente, es ese sentimiento final que todo ser humano busca y que a veces no encuentra. Es ese sentimiento que hace que estés alegre, que veas la vida de otra forma y que, increíblemente, se transmite con facilidad. 

A que se transmite con facilidad me refiero a que es contagiosa, en su justa medida, pero contagiosa. ¿O no es cierto que cuando estamos con una persona feliz, se nos pega un poco de esa felicidad y nos acostamos un poco más felices? Es decir, la felicidad es un sentimiento que se transmite a las personas que tienes alrededor, aunque también es cierto que éstas deben estar receptivas para captarlo y ser un poquito más feliz.
Dado que la felicidad es el último y mayor fin del ser humano, hay que ir en búsqueda de ella cueste lo que cueste, proponiéndonos metas y cumpliéndolas, en la medida de lo posible, para llegar a ella.

No es un camino fácil la búsqueda de la felicidad, pero ¿acaso es fácil la vida que se nos presenta cada día? La felicidad es el reto que todo hombre aspira a conseguir, sin el que ningún ser humano podría vivir. Es nuestra naturaleza humana la que nos lleva a intentar ser felices y es nuestro raciocinio, nuestros sentimientos, nuestros actos y nuestros pensamientos de toda una vida los que nos llevan a encontrar la felicidad.

A pesar de que esta búsqueda no es fácil, cuando se encuentra es el mayor y mejor de los sentimientos que el ser humano puede tener. A veces, y con este ensayo me he dado cuenta, es muy difícil explicar lo que es la felicidad, pero merece la pena gastar toda una vida para saber lo que es, y poder contar a los que te rodean que has sido feliz y animarles para que no decaigan en su búsqueda.


Curtis
Ya hablamos...

1 comentario:

g e m s dijo...

Sí, supongo que son rachas, pero no hay que dejarlo, es importante expresarse y decir lo que se piensa:)
porcierto, he visto que soys de cartagena, no?