
Uno de los enclaves más turísticos de la capital holandesa es el Barrio Rojo. Su origen se remonta a la época de auge comercial de la ciudad, cuando marineros y mercaderes venidos de todo el mundo hacían un descanso en los brazos de Baco y de Venus. Así, la prostitución comenzó como un desahogo aceptado y pasó a ser legal.
Además, en estas calles podremos encontrar el Museo Erótico, locales de streaptese, tiendas especializadas en sadomasoquismo, en lencería picante, sex-shops y, por supuesto, coffee shops.
Pero no corras tanto. Si en tu cara se ha dibujado una sonrisa vete preparando la cartera, porque la tarifa más barata que vas a encontrar es de 50 €.
De todas formas, es un lugar de visita obligada, pues resulta bastante llamativa esta forma de prostitución, uno de los oficios más antiguos de la historia.
Curtis
Ya hablamos...
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